"Máquina de escribir" de Héctor Iván González, Coordinador de “La Escritura poliédrica. Ensayos sobre Daniel Sada”, Becario del Fonca en el Género de Novela. Esta es su publicación de crítica, creación y reseñas.

martes, 11 de agosto de 2015

Un lugar donde sólo el olvido queda

Puerta al infierno[1], de Stefan Kiesbye (Alemania, 1968), es la crónica fragmentaria de un pueblo fantasma, Hemmersmoor, que pudo ser una ciudad de relevancia, pero que simplemente se quedó en un malogrado pueblo polvoso que trae remembranzas inquietantes. Un poblado donde han tenido lugar varias historias protagonizadas por familias que se van desarrollando conjuntamente. A la manera en que sucede con pequeños villorrios que viven compartiendo anécdotas e historias catastróficas, la trama de los personajes de Puerta al infierno presenta las diferentes perspectivas de jóvenes que vieron la manera en que los destinos se entrecruzaban para dar realidad a experiencias eróticas inaugurales, lo mismo que a desencuentros o muertes trágicas.
Con esta novela, Kiesbye rinde un homenaje a clásicos de la literatura norteamericana como Winsburg, Ohio de Sherwood Anderson y sobre todo a Mientras agonizo de William Faulkner. Sin embargo, a diferencia de estos dos autores, Kiesbye ha conseguido impregnar a los personajes de una malicia –casi diría– gótica, pues hay un toque de perversión o de maldad en ellos. Los habitantes se hacen daño entre sí, pero no se trata de esa suerte de daño inocente, como el que ejecuta el padre de los Bundren de Mientras agonizo, quien, con tal de obtener su objetivo, destruye la vida de su progenie; aquí se trata de una maldad deliberada. Incluso cuando los personajes narran sus actos –breves, espontáneos, casi imperceptiblemente–, uno se da cuenta de que había un fin, un objetivo por el cual no podían contenerse de dañar. También está presente la figura de lo no terreno, la relación con situaciones que parecieran tener vínculos con el inframundo. Aunque haya una suerte de sugerencia de que se debe a la locura de alguno de los personajes, la intromisión de situaciones paranormales es un ingrediente con el que Kiesbye aumenta la tensión durante la lectura.
            Al mismo tiempo que la historia va perfilando las biografías de los personajes, que ven todo como si fuera por primera vez, salen a relucir los defectos añejos de la comunidad: la mediocridad de los padres, la sujeción a la familia rica del pueblo, los crímenes de señoras que parecen ser convencionales amas de casa. Asimismo, está presente la forma en que el tiempo lo va arruinando todo.
Stefan Kiesbye es un autor de numerosos recursos que parece obsesionado con retomar algunos elementos de la tradición norteamericana y fundirla con la tradición del horror europeo, ya que experimenta narrativamente, al darle voz a personajes femeninos, Anke y Linde, y aborda la sexualidad incluso desde el fenómeno de la violación.
Alex me tomó del brazo y él negó con la cabeza. Después puso la mano en mi otro seno. […] Hubiera podido gritar, hubiera podido tratar de abrir la puerta y salir corriendo, pero no quería que Alex me fuera a golpear.

Quizá sea una de las virtudes de Puerta al infierno esta suerte de aproximación a la perspectiva de los personajes, pues trasciende que a veces no se interrumpe una violación para evitar una situación peor: se acepta la violencia sexual por no sufrir el dolor de los golpes.
Asimismo, Kiesbye deja entrever la forma en que los mitos, las creencias, pueden permanecer en sociedades donde conviven la hechicería y la industrialización.
Empezaron a escucharse rumores de que el espíritu de la limosnera había sido visto a orillas del Droste, y cuando dos semanas después dos chicos sacaron a una niña muerta de las aguas, la atención del pueblo se concentró en ese nuevo y grave peligro. […] Muchos animales habían sido golpeados hasta la muerte para exorcizar el mal espíritu de la limosnera.
           
De tal suerte que estos personajes, Anke, Linde, Martin, Alex y Christian se van cargando de significado a medida que avanza la historia, ya que, de la imagen inicial, cuando vemos que el protagonista los observa, al presente –ahora que ha vuelto después de muchos años– se concreta la historia de unos personajes de los que “ya nadie se acuerda”. Para quienes buscan en la novela una empresa donde el tiempo sea extendido, las historias se abismen en las diferentes mentes de los personajes, Kiesbye propone una historia de puertas que dirigen a otras puertas para, al final del trayecto, regresar a algo que parece el inicio, pero que no se tiene la certeza de que sea así–.




[1] Puerta al infierno, Stefan Kiesby, trad. Claudia Cabrera, México: Almadía-CNCA DGP, 2014, pp. 282.

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