
En el libro que hace homenaje a los versos de Vallejo encontramos un erudito de aquello que hay que buscar en París: casas de escritores, calles que nos recuerdan pasajes literarios como la historia (y las historias) de Francia, tumbas donde se encuentran las carroñas de aquellos que nos enseñaron la belleza de la metáfora calme et volupté: “En la tumba de Charles Baudelaire hay papelitos sostenidos por piedras y cuyas palabras desvanece la lluvia o la pequeña regadera de una mujer que, motu proprio, asea el último refugio de algunos muertos célebres”.
El siguiente apartado, “Dublín, la ciudad...” es un puñado de aforismos personalísimos, lo cual significa honestos (como pensaba Broch) y no ingenuos, donde se muestra el compromiso con el tour que se ha elegido para visitar la ciudad, como también la futilidad de la joycemanía: “Por 10 libras habría asistido, el sábado 13, al funeral de Paddy Dignam. Por otras diez, habría recorrido el Liffey hacia la bahía de Dublín, el domingo 14. Habría hecho el recorrido de Ulies en autobús el lunes 15, a 20 libras por persona (con picnic incluido en la playa de Sandycove y visita a la torre Martello)[...] Esto por 25 libras. Luego, según se lee en los folletos”.
Por otro lado, la quintaesencia se encuentra en "Riverrun", libro de libros sobre el joycismo (según Paulina Lavista, este fue el último libro que leyó Salvador Elizondo, del cual dejó constancia (con su Montblanc Meisterstück) en su diario.); espacio donde los predecesores de Joyce (Shakespeare, Flaubert, Dujardin, Schnitzler) y herederos (Burgess, Ríos, Rulfo, Elizondo, Del Paso) tienen un lugar. Y en éste encontramos desde una exposición detallada de la profundidad de Joyce hasta el duelo que sostiene un latinoamericano libertario (Toledo) con unos castizos (Tortosa-Venegas); como también una apabullante demostración de que Joyce encontró mejor acogimiento en su exilo en un Subirats y en un Elizondo que un Valverde y en un Pozanco.
Por otro lado, la quintaesencia se encuentra en "Riverrun", libro de libros sobre el joycismo (según Paulina Lavista, este fue el último libro que leyó Salvador Elizondo, del cual dejó constancia (con su Montblanc Meisterstück) en su diario.); espacio donde los predecesores de Joyce (Shakespeare, Flaubert, Dujardin, Schnitzler) y herederos (Burgess, Ríos, Rulfo, Elizondo, Del Paso) tienen un lugar. Y en éste encontramos desde una exposición detallada de la profundidad de Joyce hasta el duelo que sostiene un latinoamericano libertario (Toledo) con unos castizos (Tortosa-Venegas); como también una apabullante demostración de que Joyce encontró mejor acogimiento en su exilo en un Subirats y en un Elizondo que un Valverde y en un Pozanco.
La verdad es que el libro de Toledo vale la pena en todos los sentidos, es una relectura de un autor que –parafraseando a Elizondo– parece agotado en sus temas; y una demostración de que en Joyce no hay más autoridad que la del que aún suspira cuando ve a una mujer en la calle y la sigue.
Alejandro Toledo, James Joyce y sus alrededores, México, Aldus/Universidad Veracruzana, Las horas sitiadas, 2006.
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