"Máquina de escribir" de Héctor Iván González, Coordinador de “La Escritura poliédrica. Ensayos sobre Daniel Sada”, Becario del Fonca en el Género de Novela. Esta es su publicación de crítica, creación y reseñas.

martes, 29 de enero de 2008

"Al buen entendedor" de Seamus Heaney

Seamus Heaney. Al buen entendedor. Ensayos escogidos. Selección y traducción Pura López Colomé, México, FCE. 2006 (Col. Lengua y estudios literarios)

Si como Alfonso Reyes escribió, el trabajo de la escritura se hace con la goma y no con el lápiz, la escritura es una selección, un descarte. Por esto escribir sobre Seamus Heaney sin mencionar su prosapia irlandesa, su situación como poeta del Ulster y, sobre todo, no mencionar la poesía iluminadora que lo ha hecho conocido por todo el mundo es un trabajo un tanto cruel. La situación se dulcifica cuando vemos que es un gran ensayista que, mediante el género de la conferencia, expresa con una exactitud privilegiada sus conceptos sobre poesía, ubicación, posibilidad y belleza.
Al buen entendedor. Ensayos escogidos. es una selección que realizó y tradujo la poeta Pura López Colomé, quien ya nos ha entregado tres libros de la poesía de Heaney en versiones insuperables. Y que debido a una relación estrecha con el poeta ha logrado un libro, como pocos, donde el ensayo es un arte que afluye en el genio del poeta.
A lo largo del libro podemos presenciar una inteligencia en movimiento que lo mismo rinde homenaje a los poetas que le causaban inquietudes, a veces no tan placenteras: “A lo largo de los años, llegué a experimentar en su presencia la arremetida de un nudo en la garganta y un endurecimiento en el diafragma, síntomas que hasta entonces sólo había tenido en la clase de matemáticas” que muestra las cuitas de un traductor para causar emociones análogas mediante medios distintos. De la misma manera, la lectura de estos ensayos es un acercamiento al oficio del poeta, el cual implica un conocimiento personalísimo de todas las tradiciones.
No obstante, la manera de ensayar de Heaney es poco común, en su referencia a los maestros desaparece el supuesto objetivismo, la tan trillada impersonalidad; con cada uno de los autores tiende un puente de relación personal. El que ensaya no es un fantasma. Heaney concibe la relación con la poesía del autor, con su imagen, con su presencia desde el primer momento de poseer el libro. Después describe la manera en que la obra se va arraigando en su ser. Por esto me parece que es un tanto inexacto pensar que todo libro de ensayos, donde se practica la crítica, es un intento de crear preceptiva o de explicar el canon propio, así sea de un poeta con una obra vastísima o de un joven escritor. En el caso de los ensayos de Heaney, se trata de un verdadero diálogo con los poetas y la historia de la poesía.
El caso de Heaney es el rarísimo caso del poeta que ha leído todo y que en ningún momento ha cedido un ápice de lucidez al embotamiento de la soberbia. En estos ensayos sus vicios se desvanecen y queda –lo que queda cuando hay generosidad– el rigor. Sí, se trata de un hombre de pocas palabras y muchas ideas; y éstas lo colocan en el caso del poeta (sabio) de la tribu y no del poeta-tonante, ni del erudito solipsista. Sus ensayos no son otra cosa que un pacto con el arte, con la poesía, pero sobre todo con el sentido común. Heaney es el iconoclasta que crea su propio mausoleo, el hombre que decanta los mitos depurándolos de los ídolos de oropel.

Las cuatro partes de Al buen entendedor están planeadas desde una idea bien clara. La Primera contiene, entre otras cosas, un ensayo que rinde tributo a T. S. Eliot y que intenta acabar con esa idea errónea acerca del hermetismo del autor de Asesinato en la catedral: “Hasta su nombre era una palabra de moda sinónima de oscuridad, y la palabra “oscuridad”, por su cuenta, sugería algo parecido a la poesía moderna [...]”. A éste le sigue un ensayo descriptivo del entorno en que el poeta fue criado en el cual la prosa esplende de la misma manera que la luz en Castledawson. El tercero de este apartado narra la manera en que Heaney hizo un alto en su camino poético, reflexionó debido a un trabajo que en principio no creía le causara muchos problemas; éste consistía en traducir la obra medieval Buile Suibhne, la cual parecía dificultarse paulatinamente. Es importante señalar que el mundo de habla inglesa tiene una costumbre que los editores de lengua castellana descuidan bastante, traducir textos medievales o que su lectura directa presenta problemas para un lector de a pie, sin que esto implique un desdén como si se tratase de una trabajo de divulgación de segundo orden. Las dificultades que le fueron saliendo al paso, a medida que las resolvía, lo hicieron consciente de varias implicaciones del quehacer poético como poeta del Ulster, lo cual escinde las aguas de su trabajo y deviene en los aciertos del poemario Isla de las Estaciones (Calamus 2006).

La Segunda parte contiene la faz más universal de Heaney. Debido a su mirada acuciosa y analítica teje y desteje analogías de Eliot a Dante y de Dante a Virgilio. Plantea las aportaciones del latino al florentino, y la manera en que éste crea que la terza rima merodee los versos del “Little Gidding”, segunda parte de Los Cuatro cuartetos. A lo largo de este apartado las líneas están plagadas de un profundo fervor por el poema. Al mismo tiempo que Heaney escribe, persuade de que no hay actividad más noble que la poesía. Los temas que aborda, ya sea sobre W. B. Yeats o Dylan Thomas, están tratados con el lenguaje de la pasión; Heaney nos conmina a dedicarle toda una vida a la obra de Virgilio, Dante, Eliot o cualquier otro poeta que busque llegar al otro lado de las palabras. Un orden que no admite corrupción, pues es puro per se.

Me parece que el libro no amengua en ninguna de sus partes, todas amparadas en un estilo depurado y preciso, pasan de lo poético a lo genial. Uno de los ejemplos de que hay ideas notables está en “Envidias e identificaciones”, pues discute una interpretación acerca de los primeros versos de La Divina Comedia que había sido aceptada de buen grado, debido a que fue formulada por Borges en las notas que hizo a ésta: “Dante podría haber escrito acerca de la crisis de la edad adulta en términos alegóricos, pero también se refería al pánico, al terror que experimentamos ante la presencia del dios Pan, numen de los bosques”.
Otra de las ideas notables está en la Tercera parte, justamente en el ensayo panegírico “El Milosz secular y milenario”; ésta radica en la argumentación histórica de una tergiversación que se hizo de una égloga virgiliana: “Los desahucios, las confiscaciones de tierras, los estragos de las guerras que siguieron al asesinato de Julio César, constituyen el oscuro trasfondo del espejo de sus pastorales. Su famosa y “milenaria” Cuarta Égloga, que los apologistas cristianos más tarde leerían como una profecía del nacimiento de Cristo, fue casi de seguro una celebración del Pacto de Brundisium, concluido en el 40 a.C. entre Marco Antonio y Octaviano; de aquí que la visión que aporta de un retorno de la edad de oro sea, de hecho, una expresión codificada de la esperanza de la paz por venir en el mundo romano, si bien todo lo que el futuro reservaba, por el momento, era la batalla de Actium.”

El último apartado despliega una serie de elementos para la comprensión del poema Beowulf, el cual es el primer poema escrito en lo que hoy conocemos como inglés antiguo. Heaney brinda los elementos que nos aproximen a un libro fundamental para el estudio de la literatura en inglés. En su ensayo enumera los nombres de varios autores que han aportado al estudio del poema, y entre ellos podemos encontrar, como personaje de primer orden, al celebérrimo novelista J. R. Tolkien.
Por último, se incluye la conferencia “Certeza en la poesía”, la cual fue leída en la ceremonia de recepción del premio Nobel de Literatura de 1995. (Debido a los vericuetos del internet se puede escuchar la lectura de la conferencia que hizo el mismo Heaney. Podemos decir que al escucharlo uno imagina que un pino nos hablara, y como si en él se posara un mirlo el movimiento de las hojas se hiciera más lento). “Certeza en la poesía” es la prueba de que un poeta sí debe involucrarse en asuntos políticos; y aunque su poesía se mantenga alejada de estos tópicos, Heaney demuestra que el poeta no sólo escribe poemas, se puede vestir con el traje del transeúnte o del pescador y vivir la vida, regresando a la esencia de las cosas, tal y como lo hace con la poesía que escribe. Evidentemente la traducción rescata este eco en el bosque y conduce el agua cristalina nuevamente a las nubes.

Para finalizar, es importante encomiar la capacidad de su traductora, Pura López Colomé, para crear una historia que nos explique a Heaney. En esta selección de ensayos se vislumbra su voluntad de ampliar el registro, ahondar en la obra y dar una serie de referencias para llegar al poeta y amigo suyo, Seamus Heaney.

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