Y sin embargo, aquí estoy, amigos, a pesar de la renuencia a abrir un blog (quizá debida a la jaqueca que me produce leer en monitor, o debida al miedo al monstruordenador) lo he hecho; he empezado a andar por este camino que –justo ahora– recorre gente que admiro y respeto tanto.
Un blog es como el lenguaje, un lenguaje que permite el Lenguaje: un espacio donde uno se puede verter, gota a gota, lágrima a lágrima (otra posible razón para la renuencia), o –como quería Artaud–: grito a grito.
En realidad, abrir el blog en un país como México implica ya una afrenta. Pues en México no está permitida la Crítica de ningún tipo. Ningún tipo de crítica, ningún tipo de comentario que no contemporice, nada que no sea alabanza, elogio del elogio. “Es una tierra difícil de arar” –decía mi abuelo quien fue campesino en las tierras de Michoacán–, y si el azadón es lógico, polémico, dialógico se rompe.
Aquí la Crítica es sinónimo de oprobio, no de reunión; es tan enemiga de la glosa como la exégesis. ¿Es qué cuando se habla de Crítica alguien piensa en “el recurso que valida la verdad” (Kant)? No creo, ¿por qué? ¿Por qué hasta el amigo más querido repara cuando alguien hizo el esfuerzo de leerlo realmente, cuando no se cae en el comparativismo, en la fraseología, o en el mundo de las referencias, y hace un comentario que busca respuestas a teorías previas o a nuevas problemáticas? ¿Estamos listos para la Crítica? ¿Seré yo capaz –como quería Confucio– de voltear la pregunta a mí mismo? ¿Estoy listo para la Crítica? Éste será un buen comienzo.
"Máquina de escribir" de Héctor Iván González, Coordinador de “La Escritura poliédrica. Ensayos sobre Daniel Sada”, Becario del Fonca en el Género de Novela. Esta es su publicación de crítica, creación y reseñas.
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