En el post (¿así les llaman, no?) anterior, debido al entusiasmo que me provocaba el texto, escribí todas las fechas de las novelas de Vargas Llosa mal. Para empezar, La Ciudad y los perros es de 1963, la cual de inmediato recibió el Premio de la Crítica, ese mismo año. Sin embargo, fue hasta 1967 que recibió el Premio Biblioteca Breve que otorga la editorial Seix-Barral. Curiosamente, en el prólogo Vargas Llosa menciona que fue gracias a Claude Couffon (el gran traductor de Neruda, Asturias y Guillén al francés) que él pudo conocer a Carlos Barral, "el último afrancesado".

Maese Carlos Barral
Por cierto, alguna vez, tuve la fortuna de esuchar el relato detallado en voz viva del propio Couffon. También dice que fue gracias a Barral que obtuvo el premio, pues, por extraño que parezca, el mecanuscrito era rechazado sistemáticamente, al grado que estuvo a punto de publicar la novela en francés antes que en español.

Después viene La casa verde, que, de la misma manera que la novela anterior, obtuvo el Premio de la Crítica el año que salió, 1966 y en 1967, el Rómulo Gallegos.
En 1969, finalmente apareció Conversación en La Catedral, cuyas dimensiones eran de dos tomos en el formato clásico de Seix-Barral. El único premio de esta novela obtuvo fue lograr la consigna de Balzac, hacer de la novela la historia íntima de las naciones. Algo que no es poca cosa.Sin embargo, se preguntarán, ¿de dónde le vino a este hombre -tan alejado de la novela latinoamericna, inmerso en otros temas, por lo que nos deja ver su blog- una afección tan repentina por estos personajes? ¿Por qué había estado un año entero publicando en su blog eso que llaman posts sin haber antes tocado este tema? Bueno, debo admitir que sí hay un motivo de ruptura y de reconciliación desde el juego de sombra con la novela latinoamericana. La próxima entrega, el post siguiente, tratará al respeto.
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